03 diciembre, 2008

Un poco de todo

Bueno, poco a poco voy saliendo de mi apatía post-viaje. Es increíble, pero cuanto menos haces, menos quieres hacer. En un mes sólo he recogido mi cuarto de todas las cosas que se han venido conmigo, y ¡¡lo tuve que hacer en tres veces!! Vamos, un desastre total. Me he pasado las tardes comatosa en casa, viendo series a cascoporro (no es coña, han caído las cuatro temporadas de Lost entre otras cosas, del tirón, no menos de 7 capítulos al día).
Pero creo que ya voy volviendo en mí. Al menos ayer por la tarde hice algo que hacía mucho que no practicaba. Hice el cotilla por blogs de completos desconocidos. Y descubrí una joya que me llegó al alma, me encantó e hizo que me leyera del tirón más de la mitad de los post (en el orden correcto :P). El blog se llama "a 20 cm del suelo" y tengo que pedir permiso a su creador para linkarlo desde aquí, porque me fascinó.
La cabecera del blog es un gato, y ya por ahí, me tenía ganada. Pero luego, mientras leía, había post tiernos, cabreados, graciosos, frescos (como las colonias que nos gustan a las mujeres :P)... En fin, que fue un soplo revitalizante.
Pero lo que realmente me conquistó fue un post, uno concreto, cortito y conciso, que luego si puedo enlazaré aquí. En el comentaba que hacía meses que su gato le había dejado, y aún así, le echaba de menos. No pude evitar que una lágrima se me asomara a los ojos. Hace algo más de dos años que murió mi gato, y aún me emociono cuando lo recuerdo, y eso pasa casi a diario. Es sorprendente como puedo ser completamente asocial, no lamentar la muerte de determinados seres humanos, desear la llegada de un holocausto nuclear, pero aún así llorar a lágrima viva por mi gato. Porque mi gato era especial (como el gato de cada cual para su dueño), era mi "chito", el vigilante de mi cuarto, el que montaba guardia cuando estaba durmiendo impidiendo a cualquiera pasar, el que se acurrucaba conmigo cuando sabía que estaba enferma... Han pasado dos años y quiero tener otro gato, pero aún así, ahora, mientras escribo esto, dos lagrimones me corren por las mejillas.
Pero bueno, a lo que íbamos. Que me gustó el blog, me lo leí entero (bueno, casi) y quiero linkarlo para seguirlo habitualmente.
Y ahora, me toca salir de la apatía de una puñetera vez. Odio el invierno, con toda mi alma. Su falta de luz, las lluvias, el frío... sólo me apetece estar en casa, con mi té, mi cachimba y mis series, y así no se puede vivir... al menos eso dicen, porque yo he vivido de puta madre este mes. Pero, eso sí es cierto, 1000 euros de matrícula me hacen plantearme lo de mover el culo a las frías aulas de la universidad, a ver si consigo recuperar el ritmo y no perder el trimestre entero. Ardua tarea.
Voy a empezar por bajar a comprar a la Casa del Libro. Tal vez así me anime y consiga esta tarde ir a la Biblio Nacional a hacerme el carnet, deseo que he tenido durante los 28 años de mi existencia y que ahora, incomprensiblemente, me da pereza hacer... Manda cojones U_U.

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