15 septiembre, 2009

Septiembre

Septiembre ha llegado con un montón de noticias a mi vida, algunas buenas y otras malas. Tuve la visita de la familia, de los amigos, un concierto espectacular, exámenes y ayer recibí la triste noticia de la muerte de uno de los profesores más queridos por mí, y una eminencia en el mundo del arte.

También he terminado por fin los exámenes de septiembre. A ver qué tal van. Por ahora me he presentado a tres y he aprobado dos, y no creo que la tercera sea muy diferente. Vamos, que el resultado es bastante positivo.

Pero aunque quería en esta entrada hablar del finde semana canario, o de la llegada de la familia desde tierras lejanas, no puedo hacerlo porque creo que debo hablar primero de Juan Antonio Ramírez. Tenía 61 años, era catedrático de Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid y uno de los expertos en arte contemporáneo más importantes de España. Editó muchísimos libros, incluída una especie de enciclopedia del arte en cuatro tomos que es fundamental conocer. Pero sobre todos estos datos fríos y asépticos, era un profesor como la copa de un pino.

Yo tuve la suerte de disfrutar de sus clases allá por el 2004 o algo así. Arte de la segunda mitad del S. XX era la asignatura. Y consiguió que alguien como yo, alguien que opina que el arte termina con el Renacimiento (y eso que ahora he abierto horizontes), madrugara todos los días que tenía su asignatura y acudiera a clase la primera. Y eso que ni siquiera era mi carrera, tan sólo una de libre configuración. Consiguió que alguien como yo, que opina que el arte contemporáneo es una tomadura de pelo, entendiera ese arte, entiendiera la importancia, el por qué. Y, aunque sigue sin gustarme, consiguió que durante todo un trimestre, me apasionara ese arte.

Fue el primer profesor que vi que nos diera las imágenes que él proyectaba en clase (y el primero en hacerlo desde un portátil con presentaciones en powerpoint en lugar de proyectores de diapositivas). Y nos las daba porque pensaba que no era importante que perdiéramos horas buscándolas, sino que atendiéramos y entendiéramos lo que veíamos en clase. Su exámen fue facilísimo, creo que no suspendió nadie, pero puedo decir sin ruborizarme que si algo sé de arte contemporáneo es gracias a él.

Y ahora, nos ha dejado. Demasiado joven, de un terrible aneurisma de aorta. Por la mañana estaba en la facultad haciendo exámenes y por la tarde nos había dejado una de las mentes más maravillosas. Un hombre positivo, un profesor de los pies a la cabeza, que aún convaleciente de una durísima operación, fue a clase para que sus alumnos no perdieran el año...

Era una de esas personas a las que es imposible no tener cariño. No era especialmente simpático en clase, ni se iba de cañas con los alumnos. Pero contagiaba su pasión y eso es lo importante. Descansa en paz, Ramírez, allá dónde quiera que estés, disfrutando de happenings, instalaciones y videoarte. Tus alumnos nunca te olvidaremos.

No hay comentarios: