27 febrero, 2010

La satisfacción del trabajo bien hecho

Esta semana pasada se presentaba dura. Tanto, que hasta el lunes me puse enferma, sólo de pensar en lo que se me venía encima el miércoles, jueves y viernes. Tenía que ir a currar a El Escorial (en el culo del mundo para mí, 40 min en coche), a dar una charla delante de 25 personas muy importantes. Y lo peor de todo, ya que eso no es que me importara mucho, es que toda la charla que teníamos que darles, lo tenía cogido con alfileres. Poca coordinación, nada de información por parte de mi empresa y, al final, la que da la cara soy yo. Responsable ante esas 25 personas...

La cosa no me gustaba un pelo, pero al final tuve que hacerlo. Y tengo que decir que no fue tan fiero el león como lo pintaban. La parte que peor llevaba de la charla fue terriblemente ligera, nadie preguntó nada. Y después, tan sólo 25 personas mirándome mientras hablo, contándoles una película, intentando que entiendan lo que deben... Mierda, me gusta dar clases. No debo abandonar del todo la idea de ser profesora en un futuro.

Después de dos días y medio, felicitaciones, agradecimientos y palabras de "lo has hecho muy bien". Y mi sonrisa. La satisfacción de un trabajo bien hecho. Ha sido duro, ha sido estresante, jodido, pero ha salido bien, he cumplido con mi trabajo, y con nota. Y es casi una sensacion nueva en los tres años y medio que llevo currando de esto. Y es buena, me recuerda que estoy haciendo algo bien.

Me siento bien, laboralmente bien.

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